Highland Dream tiene una historia reciente: se remonta a 2002, el año en que se consiguió reproducir el whisky escocés del s.XIX en que este se basa. En 1999 se encontraron unas botellas del abuelo del presidente de la destilería Glenfarclas; eran de principios del siglo pasado, y una maravilla. Sabores y aromas indescriptibles, matices que se creían olvidados y trasladaban al whisky escocés más clásico. Tras tres años de trabajo, se consiguió reproducir su producción: nacía Highland Dream, un whisky escocés como los de antes que, además, se esmera en recalcar su origen. Etiqueta de algodón, producción limitada y numerada a mano y lacre en cada botella. Una joya de colección que enamora a los amantes y coleccionistas de la preciada “agua de vida”, en su elegante estuche de madera.