Borgoña, o Bourgogne en su nombre original, representa la cúspide de la excelencia vitivinícola no sólo en Francia, sino posiblemente en todo el mundo. Sus vinos más destacados son auténticas joyas que todo amante del vino debería tener el privilegio de probar al menos una vez en la vida.
Sin embargo, la triste realidad es que los viñedos de Borgoña son pequeños y la demanda de estos elixires es insaciable, lo que resulta en precios prohibitivos para los terroirs más destacados y las mejores fincas y pueblos. A pesar de ello, la AOC Bourgogne, la denominación más genérica de la región, ofrece una oportunidad para disfrutar de auténticos vinos de Borgoña a precios más accesibles.
A pesar de ocupar solo un 3% del suelo vitivinícola de Francia, la región de Borgoña alberga nada menos que 84 AOCs o denominaciones de origen. La AOC Bourgogne representa la base de la pirámide de calidad de los vinos de Borgoña, seguida por las denominaciones de pueblos (villages), los viñedos premier cru y los viñedos grand cru.
Los vinos amparados bajo la denominación regional, como la AOC Bourgogne, se elaboran con uvas provenientes de toda la región vitivinícola. A diferencia de sus contrapartes de mayor prestigio, estos vinos regionales son accesibles desde el momento en que se embotellan, siendo vinos francos y directos que resaltan la frescura y la fruta.
Los viñedos de la AOC Bourgogne se extienden por 385 pueblos, incluyendo 92 en la Côte d’Or, la zona más renombrada de toda Borgoña. Al igual que los vinos más prestigiosos, los vinos de esta denominación regional se elaboran principalmente con las variedades pinot noir y chardonnay, para tintos y blancos respectivamente. Con aproximadamente 3,000 hectáreas en producción, se producen alrededor de 24 millones de botellas de vino al año (15 millones de tinto y 9 millones de blanco).
Los mejores pinot noir deslumbran con notas de frutos negros del bosque y regaliz, siendo el complemento perfecto para carnes rojas y quesos de intensidad media; mientras que los chardonnay de calidad exhiben aromas a limón, vainilla o miel, y se llevan de maravilla con carnes blancas y pescados.
Con la elección de un productor reconocido y un poco de atención a las mejores añadas, encontrar un excelente vino de Borgoña dentro de su denominación más genérica no resulta una tarea ardua.