Tinto L'Ermita 2019

DOQ PRIORAT / 92% Garnacha 7% Cariñena
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l'ERMITA

L'ERMITA 2019 - 100 puntos PARKER

Con la añada 2019 se cumplen ya 30 años de la llegada de Álvaro Palacios al Priorat. Madurez, sabiduría y concisión tanto en campo como en bodega. L’Ermita es su finca que hace tres años adquirió el título de Gran Vinya Classificada. Un paraje único con orientación norte, plantado con garnacha, cariñena y algunas variedades blancas. L’Ermita 2019 se vendimió entre el 11 y el 14 de octubre. Un L’Ermita de impacto que destaca por su profundidad y por su precisión. Una de las botellas indispensables de Álvaro Palacios en Priorat.

PARKER 100 puntos

PEÑIN 98 puntos

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Vino 1

Bodega:
ÁLVARO PALACIOS
Marca:
l'ERMITA
D.O.:
DOQ PRIORAT
Variedad:
92% Garnacha 7% Cariñena
Tipo:
TINTO
Añada:
2019
Grado:
14,5% vol.
Producción:
1400 botellas
Vista:
Color cereza muy intenso
Nariz:
Misterioso y de belleza inexplicable que en nariz nos ofrece notas cítricas y de fruta en compota, con una delicadeza floral adornada con una sutil pincelada mineral.
Boca:
Paso por boca aterciopelado y sabroso. Un vino con una elegancia, sensualidad y complejidad indescriptibles. El gran clásico de Álvaro Palacios.
Temperatura de servicio:
Se recomienda servir a 15 y 17 ºC
Consumo:
Se recomienda decantar
Maridaje:
Entrecot de buey
Descripción:

Álvaro Palacios describe su precioso y preciado vino L'Ermita como un vino para la intimidad, para el cual no sirven las palabras, sólo la emoción. L'Ermita acaricia todos nuestros sentidos con una textura indescriptible y una fuerza envuelta por una finura conmovedora; realmente, emocionante.

Resumen realizado a partir de la valoración de Álvaro Palacios sobre la añada 2015

La cosecha de 2015 ha sido una de las más productivas de Álvaro Palacios en el Priorat. Una nevada puntual en invierno, no demasiadas lluvias y unas temperaturas elevadas, las más altas desde que existen registros en la comarca.

La añada dio comienzo con unas precipitaciones otoñales que se sucedieron hasta bien entrado noviembre y, tras ella, un invierno suave, de temperaturas templadas. No fue hasta febrero cuando las temperaturas acusaron un descenso sustancial, con una mínima absoluta de -4,7º C, y una nevada dejó una capa de 10 cm en las viñas del Priorat, un bendito manto protector que arropa el descanso invernal de la planta y favorece que los vinos que de ella nacerán vistan un especial encanto y amabilidad.

La llegada de marzo lo fue también de las precipitaciones y la humedad. La brotación tuvo lugar a finales de ese mes y, tras un abril seco, con los días de calor de mayo llegó la floración. Junio fue inestable, con lluvias e incluso algo de piedra en l'Ermita que lesionó una décima parte de las bayas. Luego, una ola de calor que llegaría a los 42 ºC a principios de julio. Algunas precipitaciones a finales de ese mismo mes dieron paso a un agosto seco y caliente, con algunas lluvias en los últimos días del mes y en septiembre.

Estas lluvias a finales de verano hicieron temer por la aparición de botritis y causaron un nerviosismo e impaciencia general, pero con la llegada de la estabilidad en el último tramo de septiembre, la uva pudo seguir su maduración en pleno estado de sanidad. La vendimia transcurrió desde mediados de septiembre hasta el 1 de noviembre en un ambiente sano, con noches frescas y días de luz y aire seco.

Una cosecha que ha concedido vinos sedosos y largos, fluidos y grasos en boca, de un color más rosa de lo habitual y de una jugosidad intensa. Vinos llenos de energía alegre y mágico encanto. Sólo habrá que esperar un tiempo para poder valorar mejor el potencial de esta añada, la acidez de los vinos en este momento es desconcertante.

 

 

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